Monday, June 12, 2006

LOS TEMPLARIOS

Orden del Temple se identifica íntimamente con las Cruzadas. Nace como consecuencia de la primera y muere poco después de que se hiciera imposible el último proyecto de ellas (la alianza entre cristianos y mongoles nestorianos), al comenzar el siglo XIV. Las Cruzadas y el reino franco creado por ellas, así como la Orden del Temple, perduran, por tanto, casi exactamente dos siglos, desde finales del XI al principio del XIV.

Pero esta no es una página dedicada a las cruzadas medievales cristianas. De todas formas, y para quién desee situarse un poco y disponer de los datos más relevantes de esos doscientos años, puede hacerlo en el apartado que se indica a continuación:
"Las Cruzadas: un poco de historia"
A partir de aquí, vamos a centrarnos única y exclusivamente en la que se llamó "Orden de los pobres caballeros de Cristo y del templo de Salomón" o más sencillamente "Templarios".

EL ORIGEN DE LA ORDEN DEL TEMPLE

"Un Caballero de Cristo es un cruzado en todo momento, al hallarse entregado a una doble pelea: frente a las tentaciones de la carne y la sangre, a la vez que frente a las fuerzas espirituales del cielo. Avanza sin temor, no descuidando lo que pueda suceder a su derecha o a su izquierda, con el pecho cubierto por la cota de malla y el alma bien equipada con la fe. Al contar con estas dos protecciones, no teme a hombres ni a demonio alguno."

ño del señor de 1118. Los cruzados occidentales gobiernan Jerusalén bajo el mandato del Rey Balduino II. Es primavera y nueve caballeros, con Hugo de Payns a la cabeza, y a similitud de los ya existentes "Caballeros del Santo Sepulcro", fundan una nueva orden de caballería, con el beneplácito del rey de la ciudad. Han nacido los Templarios.
l primer Maestre (que no Gran Maestre, como se repite a menudo erroneamente) Hugo de Payns, nació en un noble caserío cercano a Troyes hacia el año 1080. Con una sólida educación cristiana y un habil manejo de las armas, sintió desde muy joven la misma vocación de monje que de soldado.

robablemente se alistó en la Primera Cruzada antes de haber cumplido los veinte años, enrolado quizá entre las tropas del conde Hugo de Vermandois, hermano de Felipe I, Rey de Francia.Es durante dicha cruzada de desbordante fe, cuanto el joven Hugo se da cuenta de que es posible aunar sus dos vocaciones con la creación de una nueva orden religioso-militar, la primera de estas características, destinada al servicio en Tierra Santa. En medio de aquel ejército cristiano, no tardó en encontrar otros ocho compañeros que participaran de su ideal y concepción de la vida.
LOS NUEVE
FUNDADORES
DE LA ORDEN
DEL TEMPLE
s significativo señalar la donación por el Rey Balduino II de Jerusalén como sede para la nueva orden, y de ahí su denominación, de la mezquita blanca de al-Aqsa, del Monte del Templo. Creo necesario indicar que en la época, se identificaba dicha mezquita como el emplazamiento exacto del Templo de Salomón (hoy se sabe que era mucho mayor, y que la mezquita ocupa solamente el atrio de dicho templo), y por ello no es facilmente explicable como a una recién fundada "policía de caminos" tal era la función principal de los Templarios en sus comienzos, se le fuera donado semejante emplazamiento, donde cabían sobradamente varios millares de caballeros, teniendo en cuenta que solo eran nueve hombres.

El Templo de Salomón
n hecho que también contiene una cierta dosis de misterio, es que estos primeros caballeros no admitieron a nadie más en la recién creada orden, durante los nueve primeros años de existencia. Algunas especulaciones relacionan esta decisión con una excavación secreta que llevaban a cabo en los sótanos del Templo, donde pudieron haber buscado el Arca de la Alianza, tarea de la cual solo unos pocos elegidos habrían tenido conocimiento.
sí pues, parece ser que durante los primeros nueve años, los Caballeros del Temple no hacen otra cosa que proteger a los peregrinos, sobre todo en el peligroso camino del puerto de Jaffa a las murallas de Jerusalén. Sin embargo, a pesar de su valor y abnegado servicio, no consta que participaran en las campañas de los reyes del nuevo reino cristiano desde el fin de la Primera Cruzada, lo que refuerza la hipótesis anteriormente citada y defendida por algunos historiadores, que les tendría ocupados durante largo tiempo. De todas formas, esto sería entrar en el terreno de la mera suposición.

Peregrinos escoltados por Templarios
n siglo más tarde, el historiador Jacques de Vitry, describe de esta extraordinaria manera lo que fue el origen del Temple:
"Ciertos caballeros, amados por Dios y consagrados a su servicio, renunciaron al mundo y se consagraron a Cristo. Mediante votos solemnes pronunciados ante el Patriarca de Jerusalén, se comprometieron a defender a los peregrinos contra los grupos de bandoleros, a proteger los caminos y servir como caballería al soberano rey. Observaron la pobreza, la castidad y la obediencia según la regla de los canónigos regulares. Sus jefes eran dos hombres venerables, Hugo de Payns y Godofredo de Saint-Omer. Al principio no había más que nueve que tomasen tan santa decisión, y durante nueve años sirvieron en hábitos seculares y se vistieron con las limosnas que les daban los fieles."
n 1127, el Maestre Hugo de Payns, una vez obtenida la aprobación de los Templarios por el Patriarca de Jerusalén, preparó un viaje a Roma con el fin de obtener una definitiva aprobación pontificia, y que de ese modo el Temple se convirtiera en Orden militar de pleno derecho. Balduino II, regente de Jerusalén, escribió al entonces Abad de Claraval, Bernardo, para que favoreciese al primer Maestre de la Orden ante la Iglesia.
an Bernardo de Claraval, uno de los iniciadores de la Orden monacal del Císter en Francia, era a sus veinticinco años una personalidad espiritualmente arrolladora, activísimo trabajador, que funda numerosos monasterios, escribe a reyes, papas, obispos y monjes, redacta tratados de teología, está siempre en oración y batallando a los enemigos de la fe romana. Tenía además, dos pariente próximos entre los nueve fundadores del Temple (Hugo de Payns y Andrés de Montbard, que era su tío), por lo que parece probable que tuviese ya noticias de la fundación de la nueva agrupación de monjes-soldados. Así pues, como esta nueva Orden colmaba su propia idea de sacralización de la milicia, recibió con todo entusiasmo la carta del rey Balduino y se convirtió en el principal valedor del Temple.

San Bernardo de Claraval
or el momento, los Templarios habían recibido de los canónigos del Santo Sepulcro la misma Regla de San Agustín que ellos profesaban, pero el abad de Claraval deseaba algo más próximo y original para sus nuevos protegidos. Lo primero que hizo fue gestionar a favor de su pariente Hugo de Payns y los cuatro templarios que le acompañaban, una acogida positiva y cordial por parte del Papa Honorio II, a quien los fundadores del Temple estaban a punto de visitar en Roma. De acuerdo con la propuesta de Bernardo, en la primavera de 1228, se celebró un concilio extraordinario en Troyes, con nutrida asistencia de prelados franceses y de territorios próximos: dos arzobispos, diez obispos, siete abades, dos escolásticos e infinidad de otros personajes eclesiásticos, todo ello bajo la presidencia de un legado papal, el cardenal Mateo de Albano.
l hábil abad Bernardo, que de una manera u otra estaba vinculado a la mayoría de los asistentes, expuso los principios y primeros servicios de la Orden, y luego supo responder con prontitud a todas las preguntas que le fueron formuladas. El Concilio de Troyes, tras varias semanas de interrogatorios y deliberaciones, aprobó a la Orden del Temple con entusiasmo, como una especie de institucionalización de la Cruzada. De esta manera quedó establecida "oficialmente" la Orden del Temple. El concilio pidió a los nobles y a los príncipes que ayudasen a la nueva fundación y encargó a Bernardo de Claraval que redactase para una Regla original para los Templarios. (Ver La Regla)

Concilio de Troyes
a decisión de San Bernardo fue la de adaptar al Temple la dura Regla del Cister, con arreglo a la cual la Orden militar organizó su vida monacal. Los Templarios, en cuanto monjes en sentido pleno, debían pronunciar los votos de pobreza, castidad y obediencia, más un cuarto voto de contribuir a la conquista y conservación de Tierra Santa, para lo cual, si fuera necesario, darían gustosos la vida.

Con los tres primeros votos solemnes, es decir, que solo podían ser dispensados por la Santa Sede, los Templarios se convertían en verdaderos monjes, integrantes de una Orden religiosa plena y no de una simple asociación de caballeros. El cuarto voto, el mismo que los cruzados emitían con carácter temporal mientras estuvieran realizando su "peregrinación armada", se convertía para ellos en perpetuo, denotando su condición militar según el espíritu de la Cruzada.

Orden del Temple se identifica íntimamente con las Cruzadas. Nace como consecuencia de la primera y muere poco después de que se hiciera imposible el último proyecto de ellas (la alianza entre cristianos y mongoles nestorianos), al comenzar el siglo XIV. Las Cruzadas y el reino franco creado por ellas, así como la Orden del Temple, perduran, por tanto, casi exactamente dos siglos, desde finales del XI al principio del XIV.

Pero esta no es una página dedicada a las cruzadas medievales cristianas. De todas formas, y para quién desee situarse un poco y disponer de los datos más relevantes de esos doscientos años, puede hacerlo en el apartado que se indica a continuación:
"Las Cruzadas: un poco de historia"
A partir de aquí, vamos a centrarnos única y exclusivamente en la que se llamó "Orden de los pobres caballeros de Cristo y del templo de Salomón" o más sencillamente "Templarios".

EL ORIGEN DE LA ORDEN DEL TEMPLE

"Un Caballero de Cristo es un cruzado en todo momento, al hallarse entregado a una doble pelea: frente a las tentaciones de la carne y la sangre, a la vez que frente a las fuerzas espirituales del cielo. Avanza sin temor, no descuidando lo que pueda suceder a su derecha o a su izquierda, con el pecho cubierto por la cota de malla y el alma bien equipada con la fe. Al contar con estas dos protecciones, no teme a hombres ni a demonio alguno."

ño del señor de 1118. Los cruzados occidentales gobiernan Jerusalén bajo el mandato del Rey Balduino II. Es primavera y nueve caballeros, con Hugo de Payns a la cabeza, y a similitud de los ya existentes "Caballeros del Santo Sepulcro", fundan una nueva orden de caballería, con el beneplácito del rey de la ciudad. Han nacido los Templarios.
l primer Maestre (que no Gran Maestre, como se repite a menudo erroneamente) Hugo de Payns, nació en un noble caserío cercano a Troyes hacia el año 1080. Con una sólida educación cristiana y un habil manejo de las armas, sintió desde muy joven la misma vocación de monje que de soldado.

robablemente se alistó en la Primera Cruzada antes de haber cumplido los veinte años, enrolado quizá entre las tropas del conde Hugo de Vermandois, hermano de Felipe I, Rey de Francia.Es durante dicha cruzada de desbordante fe, cuanto el joven Hugo se da cuenta de que es posible aunar sus dos vocaciones con la creación de una nueva orden religioso-militar, la primera de estas características, destinada al servicio en Tierra Santa. En medio de aquel ejército cristiano, no tardó en encontrar otros ocho compañeros que participaran de su ideal y concepción de la vida.
LOS NUEVE
FUNDADORES
DE LA ORDEN
DEL TEMPLE
s significativo señalar la donación por el Rey Balduino II de Jerusalén como sede para la nueva orden, y de ahí su denominación, de la mezquita blanca de al-Aqsa, del Monte del Templo. Creo necesario indicar que en la época, se identificaba dicha mezquita como el emplazamiento exacto del Templo de Salomón (hoy se sabe que era mucho mayor, y que la mezquita ocupa solamente el atrio de dicho templo), y por ello no es facilmente explicable como a una recién fundada "policía de caminos" tal era la función principal de los Templarios en sus comienzos, se le fuera donado semejante emplazamiento, donde cabían sobradamente varios millares de caballeros, teniendo en cuenta que solo eran nueve hombres.

El Templo de Salomón
n hecho que también contiene una cierta dosis de misterio, es que estos primeros caballeros no admitieron a nadie más en la recién creada orden, durante los nueve primeros años de existencia. Algunas especulaciones relacionan esta decisión con una excavación secreta que llevaban a cabo en los sótanos del Templo, donde pudieron haber buscado el Arca de la Alianza, tarea de la cual solo unos pocos elegidos habrían tenido conocimiento. (Ver: Leyendas del Temple)
sí pues, parece ser que durante los primeros nueve años, los Caballeros del Temple no hacen otra cosa que proteger a los peregrinos, sobre todo en el peligroso camino del puerto de Jaffa a las murallas de Jerusalén. Sin embargo, a pesar de su valor y abnegado servicio, no consta que participaran en las campañas de los reyes del nuevo reino cristiano desde el fin de la Primera Cruzada, lo que refuerza la hipótesis anteriormente citada y defendida por algunos historiadores, que les tendría ocupados durante largo tiempo. De todas formas, esto sería entrar en el terreno de la mera suposición.

Peregrinos escoltados por Templarios
n siglo más tarde, el historiador Jacques de Vitry, describe de esta extraordinaria manera lo que fue el origen del Temple:
"Ciertos caballeros, amados por Dios y consagrados a su servicio, renunciaron al mundo y se consagraron a Cristo. Mediante votos solemnes pronunciados ante el Patriarca de Jerusalén, se comprometieron a defender a los peregrinos contra los grupos de bandoleros, a proteger los caminos y servir como caballería al soberano rey. Observaron la pobreza, la castidad y la obediencia según la regla de los canónigos regulares. Sus jefes eran dos hombres venerables, Hugo de Payns y Godofredo de Saint-Omer. Al principio no había más que nueve que tomasen tan santa decisión, y durante nueve años sirvieron en hábitos seculares y se vistieron con las limosnas que les daban los fieles."
n 1127, el Maestre Hugo de Payns, una vez obtenida la aprobación de los Templarios por el Patriarca de Jerusalén, preparó un viaje a Roma con el fin de obtener una definitiva aprobación pontificia, y que de ese modo el Temple se convirtiera en Orden militar de pleno derecho. Balduino II, regente de Jerusalén, escribió al entonces Abad de Claraval, Bernardo, para que favoreciese al primer Maestre de la Orden ante la Iglesia.
an Bernardo de Claraval, uno de los iniciadores de la Orden monacal del Císter en Francia, era a sus veinticinco años una personalidad espiritualmente arrolladora, activísimo trabajador, que funda numerosos monasterios, escribe a reyes, papas, obispos y monjes, redacta tratados de teología, está siempre en oración y batallando a los enemigos de la fe romana. Tenía además, dos pariente próximos entre los nueve fundadores del Temple (Hugo de Payns y Andrés de Montbard, que era su tío), por lo que parece probable que tuviese ya noticias de la fundación de la nueva agrupación de monjes-soldados. Así pues, como esta nueva Orden colmaba su propia idea de sacralización de la milicia, recibió con todo entusiasmo la carta del rey Balduino y se convirtió en el principal valedor del Temple.

San Bernardo de Claraval
or el momento, los Templarios habían recibido de los canónigos del Santo Sepulcro la misma Regla de San Agustín que ellos profesaban, pero el abad de Claraval deseaba algo más próximo y original para sus nuevos protegidos. Lo primero que hizo fue gestionar a favor de su pariente Hugo de Payns y los cuatro templarios que le acompañaban, una acogida positiva y cordial por parte del Papa Honorio II, a quien los fundadores del Temple estaban a punto de visitar en Roma. De acuerdo con la propuesta de Bernardo, en la primavera de 1228, se celebró un concilio extraordinario en Troyes, con nutrida asistencia de prelados franceses y de territorios próximos: dos arzobispos, diez obispos, siete abades, dos escolásticos e infinidad de otros personajes eclesiásticos, todo ello bajo la presidencia de un legado papal, el cardenal Mateo de Albano.
l hábil abad Bernardo, que de una manera u otra estaba vinculado a la mayoría de los asistentes, expuso los principios y primeros servicios de la Orden, y luego supo responder con prontitud a todas las preguntas que le fueron formuladas. El Concilio de Troyes, tras varias semanas de interrogatorios y deliberaciones, aprobó a la Orden del Temple con entusiasmo, como una especie de institucionalización de la Cruzada. De esta manera quedó establecida "oficialmente" la Orden del Temple. El concilio pidió a los nobles y a los príncipes que ayudasen a la nueva fundación y encargó a Bernardo de Claraval que redactase para una Regla original para los Templarios. (Ver La Regla)

Concilio de Troyes
a decisión de San Bernardo fue la de adaptar al Temple la dura Regla del Cister, con arreglo a la cual la Orden militar organizó su vida monacal. Los Templarios, en cuanto monjes en sentido pleno, debían pronunciar los votos de pobreza, castidad y obediencia, más un cuarto voto de contribuir a la conquista y conservación de Tierra Santa, para lo cual, si fuera necesario, darían gustosos la vida.

Con los tres primeros votos solemnes, es decir, que solo podían ser dispensados por la Santa Sede, los Templarios se convertían en verdaderos monjes, integrantes de una Orden religiosa plena y no de una simple asociación de caballeros. El cuarto voto, el mismo que los cruzados emitían con carácter temporal mientras estuvieran realizando su "peregrinación armada", se convertía para ellos en perpetuo, denotando su condición militar según el espíritu de la Cruzada.
Mucho es lo que se ha dicho sobre la auténtica Regla del Temple. Yo reproduzco aquí la que, a mi juicio y por ser la más recurrida por parte de muchos autores, entiendo que es la antigua o primera regla de los Templarios, la que le diera San Bernardo de Claraval a Hugo de Payns y a los primeros caballeros de la Orden.

"Para cada uno de ellos la disciplina es una devoción y la obediencia una forma de respetar a sus superiores, porque estos caballeros mantienen fielmente una existencia compartida, sencilla y alegre, sin esposa ni hijos."


La vida religiosa de un Caballero Templario se abría con la ceremonia de la iniciación, como era habitual en la tradición del Temple. El escenario habitual era una Iglesia de la Orden. El aspirante llevaba una túnica blanca, el cabello descubierto y aparecía completamente desarmado. Se le obligaba a jurar que renunciaba a la existencia laica, para convertirse en un monje-caballero.

A continuación se reproduce una ceremonia típica, basándonos en la declaración efectuada por el caballero Gerardo de Caux en un interrogatorio celebrado el 12 de enero de 1311, quién explicó como fue iniciado en la fiesta de San Pablo y San Pedro en el año 1298.

A altas horas de la noche, los aspirantes son conducidos a una pequeña antecámara contigua a la capilla del convento. Dirige la iniciación el Maestre provincial, en presencia de numerosos Templarios. Dos caballeros se dirigen a los aspirantes:

"¿Buscáis la compañía de la Orden del Temple y deseáis participar en sus obras espirituales y temporales?

Tras la respuesta afirmativa el hermano templario prosigue:

"Buscáis lo que es grande pero no conocéis los duros preceptos que se observan en la Orden. Nos véis con hermosos hábitos, con hermosas monturas, perfectamente equipados, pero no podéis conocer la vida austera de la Orden, porque si deseáis vivir a este lado del mar, sereis llevado a Ultramar y recíprocamente; si deseáis dormir tendréis que levantaros y caminar hambriento si habéis deseado comer. ¿Aguantaréis todo esto por el honor de Dios y la salvación de vuestra alma?"

Ante la nueva respuesta firmativa el hermano toma la palabra:

"Queremos saber si creéis en la fe católica, si estáis de acuerdo con la Iglesia de Roma, si os habéis comprometido con otra Orden o estáis vinculado por matrimonio. ¿Sois caballero nacido de matrimonio legítimo? ¿Estáis excomulgado por vuestra falta o por otra razón? ¿Habéis prometido algo o echo algún regalo a un hermano de la Orden para ser recibido? ¿No estáis afectado por alguna enfermedad oculta que pueda imposibilitar vuestro servicio en la casa o vuestra participación en el combate? ¿No estáis cargado de deudas?"

El postulante responde que cree en la fe católica, que es libre, noble, nacido de matrimonio legítimo y que no sufre ninguno de los impedimentos indicados.
Entonces, los dos caballeros templarios se retiran, dejando al Maestre provincial, postulantes y demás caballeros rezando en la capilla.
Regresan, preguntan a los aspirantes si persisten en su demanda y se retiran por segunda vez, para informar al maestre de la voluntad claramente manisfestada. Después les conducen ante el Maestre, con la cabeza descubierta. Se arrodillan los postulantes y hacen la siguiente petición:

"Señor, hemos venido ante vos y ante los hermanos que están con vos para solicitar la compañía de la Orden"

El Maestre les pide que confirmen las respuestas previamente formuladas a las preguntas de los dos caballeros, los postulantes juran sobre cierto libro y el Maestre continúa:

"Debéis jurar y prometer a Dios y a la Virgen que obedeceréis siempre al Maestre del Temple, que guardaréis la castidad, los buenos usos y las buenas costumbres de la Orden, que viviréis sin propiedad. Que sólo guardaréis lo que os sea dado por vuestro superior, que haréis todo lo que podáis para conservar el Reino de Jerusalén y para conquistar lo que todavía no ha sido obtenido, que jamás iréis por vuestra voluntad a los lugares donde se mata, saquea o deshereda a los cristianos injustamente, y que si se os confían bienes del Temple juráis que los guardaréis bien. Y no abandonaréis la Orden, para mejor o peor, sin el consentimiento de vuestros superiores."

Los aspirantes juran y el Maestre continúa:

"Os recibimos, a vosotros, a vuestro padre y a vuestra madre y a dos o tres de vuestros amigosque deseen participar en la obra espiritual de la Orden, del principio al fin."

Y dichas estas cosas les reviste del manto blanco y les bendice, y para ello un hermano capellán canta el Ecce quam bonum y después se recita la oración del Espíritu Santo.
El Maestre, entonces, les levanta con sus manos, les besa en la boca y les indica que el sacerdote y los caballeros presentes les beses en la boca de la misma forma.
Todos se sientan. El Maestre detalla para los nuevos hermanos el código disciplinario de la Orden, les describe las faltas que acarrean la expulsión de la casa y la pérdida del hábito; después pasa revista a las reglas principales de la vida cotidiana de los Templarios. Recuerda que deben vivir en castidad y que les está prohibido el trato con mujeres. Y concluye.
1163 quedó fijada la organización de los Templarios. Todos se hallaban bajo las ódenes del Maestre del Temple de Jerusalén. No obstante, éste debía atenerse al voto de la mayoría, es decir, al Capítulo para decidir las cuestiones más importantes: nombramientos de los distintos comandantes de las provincias, declaraciones de guerra, firmas de armisticios, el acoso a una fortaleza y hasta la recepción de un nuevo hermano.

DIRECCIÓN DE LA ORDEN

MAESTRE
Solo respondía a la autoridad del Papa, aunque debía ser respetuoso con los obispos y con los reyes. Disponía de cuatro monturas, además de una especial para el combate. Como ayudantes, contaba con un secretario e intérprete árabe, un soldado de caballería ligera, un herrero, un cocinero y dos criados de a pie.
SENESCAL

Segunda autoridad del Temple, suplía al Maestre en sus ausencias.
MARISCAL
Mandaba a los Templarios en la guerra y el combate si el Maestre no estaba presente.
COMENDADOR DE LA TIERRA DE JERUSALÉN
Tesorero y gestor de las finanzas de la Orden. Era asimismo, el jefe de la marina templaria y guardaba la Vera Cruz en las batallas. Se encargaba en la ciudad santa de la protección de los peregrinos y de la vigilancia de los caminos, que eran los fines fundacionales del Temple.
VESTIARIO
Encargado de la uniformidad de los caballeros, escuderos y sirvientes. Asistía a las ceremonias de iniciación.
COMENDADORES TERRITORIALES
Estaban en Palestina (Acre) y Siria (Antioquía). De ellos dependía el conjuntos de castillos de cada región.
TURCOPLERO
Jefe de la caballería ligera indígena, que formaba el escuadrón de los turcopolos.
COMENDADORES PROVINCIALES
Preceptores de las diferentes provincias en las que se dividía las Orden. Se encargaban de administrar las donaciones, cuidar de los hermanos que tenían a su cargo y debían enviar la mayor cantidad de dinero posible a Tierra Santa.

LOS MAESTRES
Hugo de Payns.........................1118 - 1136
Roberto de Croan....................1136 - 1146
Everardo des Barres..............1146 - 1149
Bernardo de Tremelai............1149 - 1153
Andrés de Montbard...............1153 - 1156
Bertrando de Blanquefort.....1156 - 1169
Felipe de Milly........................1169 - 1171
Odo de St. Amand..................1171 - 1179
Arnoldo de Toroga.................1179 - 1184
Gerardo de Ridfort................1185 - 1189
Roberto de Sable....................1191 - 1193
Gilberto Erail.........................1193 - 1200
Felipe de Plessiez..................1201 - 1208
Guillermo de Chartres.........1209 - 1219
Pedro de Montaigu.................1219 - 1230
Armando de Perigord............1232 - 1244
Ricardo de Bures......................1245 - 1247
Guillermo de Sonnac................1247 - 1250
Reinaldo de Vichiers.................1250 - 1256
Tomás Berard.............................1256 - 1273
Guillermo de Beaujeu...............1273 - 1291
Teobaldo de Gaudin....................1291 - 1293
Jacobo de Molay..........................1293 - 1314

Los Maestres Provinciales

CLASES COMBATIENTES

CABALLEROS
Flor y nata del cuerpo de guerra templario. Eran los únicos con derecho a portar el manto blanco con la cruz roja pattée, que se cosía al lado izquierdo del pecho, y ya avanzado el siglo XII se portaba también en el escudo. Disponían de tres o cuatro caballos para utilizarlos, si era preciso, sucesivamente.
SARGENTOS
Servían a los caballeros y se diferenciaban de estos en que vestían con túnica parda o negra, con la cruz roja en el hombro izquierdo.

ESCUDEROS
También armados y a caballo, aunque no tan poderosamente como los caballeros.
SIRVIENTES
Formaban, con escuderos y caballeros, el grueso del ejercito templario. Portaban armamento ligero y se ocupaban de los caballos del caballero. Apoyaban a este con sus arcos y le protegían.
TURCOPOLOS
Caballería ligera de cristianos nativos, que colaboraban con la Orden aunque no formaban parte de ella. Era, por tanto, un cuerpo militar auxiliar.
CABALLEROS SEGLARES
Caballeros que hacían el voto de peregrinación y se ponían voluntariamente al servicio del Temple, generalmente por un tiempo limitado. Estos caballeros vivían en los conventos de la Orden, excepto si estaban casados y sus mujeres se encontraban en Tierra Santa, en cuyo caso residían fuera de los recintos religiosos.

CLASES SACERDOTALES

ABAD DEL TEMPLE
Residía en Jerusalén, y era el superior de toda la división monacal de la Orden, que podía considerarse totalmente independiente de la militar.
SACERDOTES
También llamados capellanes. Asumían solamente funciones religiosas y de atención espiritual a las demás clases templarias. Se encargaban asimismo del cuidado de las iglesias.

El contraste más evidente entre los sacerdotes y las clases combatientes era de tipo cultural. Los caballeros templarios (así como escuderos y sirvientes) carecían por lo general de educación y cultura, y eran con frecuencia (incluso varios de los maestres, como el último, Jacobo de Molay) analfabetos. Los clérigos en cambio, estaban muy bien preparados en las escuelas catedralicias, monásticas e incluso en las universidades.

CUERPOS AUXILIARES

HERMANOS LEGOS
Desempeñaban funciones domésticas. También conocidos como "donados".
COMPAÑEROS DEL SANTO DEBER
O compañeros de oficios. Carpinteros, constructores, etc. Vivían en los establecimientos templarios (castillos, conventos) y estaban vinculados a la Orden. Se encargaban, bajo la dirección de un Templario de cualquier grado, de la edificación y mantenimiento de los castillos y edificios de encomienda. Se incluyen aquí a los agricultores, que generalmente no pertenecían a la Orden sino que eran contratados por ella en condición de siervos y ocasionalmente, de esclavos.
COOPERADORES
Personas que admiraban a la Orden del Temple y la ayudaban, fuera de la vida conventual. Era la única clase en donde podían colaborar las mujeres. Se organizaban de forma autónoma.

¿Cuántos eran los Templarios?

En caballería pesada, una lanza u hombre de armas consistía en un total de cinco combatientes: el caballero principal, dos escuderos y dos sirvientes. Es por ello, que no significa lo mismo un hombre de armas que un caballero, por lo que la estimación de los efectivos templarios tanto en Ultramar como en Europa no es tarea fácil, ya que, muchas veces, las fuentes no realizan tal distición, variando entre los trescientos caballeros de algunas, hasta los cien mil combatientes de otras. La cifra más aceptable y más divulgada, sitúa un número de combatientes en Tierra Santa en torno a los diez mil efectivos, de los cuales un millar largo serían caballeros plenos. Si tenemos en cuenta la veintena de fortalezas templarias en la zona, saldría una media de una guarnición de quinientos hombres por castillo, cifra bastante razonable.
En Occidente, en el conjunto de sus establecimientos, se rebasaría muy probablemente ese número, aunque vivían dispersos por los establecimientos de las ciudades y el medio rural. El conjunto de las casas y encomiendas de la Orden en Europa occidental ascendería a unas mil, con más de la mitad en Francia, lo que indicaría un número de caballeros en torno a los cuatro mil, a los que se deben agregar los templarios de todas clases y los cooperadores, muy numerosos, estableciendo un total de cuarenta mil personas aproximadamente.

LAS PROVINCIAS DEL ULTRAMAR CRISTIANO
Jerusalén (Reino)
Principado de Antioquía
Condado de Trípoli
Condado de Edesa
LAS PROVINCIAS EUROPEAS DEL TEMPLE
Inglaterra, con Irlanda y Escocia.
Francia, con Normandía y Borgoña.
El Poitou, con Aquitania y Gascuña.
Auvernia.
Alemania.
Lombardía.
Portugal.
Aragón, con sus reinos, el principado de Cataluña, el Rosellón y Navarra.
Provenza.

No comments: